Resumen y sinópsis de Noches blancas de Fiódor Dostoyevski
Noches blancas es la novela sentimental de un soñador que persigue sus quimeras en medio de la soledad y la pobreza. La aparición de la bella Nástenka iluminará su existencia con un fulgor trágico. El hecho de haber presentido el amor en sus sinceras conversaciones con aquélla será suficiente para que el soñador se considere un bienaventurado pese al carácter siempre esquivo de la realidad.
Un joven solitario e introvertido narra cómo conoce de forma accidental a una muchacha durante una “noche blanca”, fenómeno que se da en la ciudad rusa durante la época del solsticio de verano y a causa del cual la oscuridad nunca es completa. Tras el primer encuentro, la pareja de desconocidos se citará durante las cuatro noches siguientes, noches en las que la chica, de nombre Nastenka, relatará su triste historia, y en las que harán acto de presencia, de forma sutil y envolvente, las grandes pasiones que mueven al ser humano: el amor, la ilusión, la esperanza, el desamor, el desengaño.
Noches blancas es la novela sentimental de un soñador que persigue sus quimeras en medio de la soledad y la pobreza. La aparición de la bella Nástenka iluminará su existencia con un fulgor trágico. El hecho de haber presentido el amor en sus sinceras conversaciones con aquélla será suficiente para que el soñador se considere un bienaventurado pese al carácter siempre esquivo de la realidad.
Un joven solitario e introvertido narra cómo conoce de forma accidental a una muchacha durante una “noche blanca”, fenómeno que se da en la ciudad rusa durante la época del solsticio de verano y a causa del cual la oscuridad nunca es completa. Tras el primer encuentro, la pareja de desconocidos se citará durante las cuatro noches siguientes, noches en las que la chica, de nombre Nastenka, relatará su triste historia, y en las que harán acto de presencia, de forma sutil y envolvente, las grandes pasiones que mueven al ser humano: el amor, la ilusión, la esperanza, el desamor, el desengaño.
Título de la obra
En Rusia ocurre un fenómeno natural durante el solcito de verano en las áreas de latitud alta (como es el caso de San petesburgo), en el cual las puestas de sol son tardías y los amaneceres más tempranos. Como consecuencia de esto, la oscuridad nunca es completa. Este fenómeno natural es conocido popularmente con el nombre de Noches blancas, a las cuales Dostoyevski hace alusión en El Idiota, cuando Ippolit lo visita en su dacha. Ambas historias (la del narrador y la de Nástenka) ocurren durante esa época del año.
Además se muestra un instante fugaz, en el cual el protagonista a lo largo de estas noches cree haber encontrado por fin el alivio tan esperado a su soledad, lo cual después de la última noche se convierte en un triste amanecer con la culminación de su ilusión.
Estilo
El narrador es equisciente o bien llamado narrador personaje. El cuento es narrado bajo su perspectiva y pensamientos. El narrador es él. Los pensamientos y emociones que vemos son nada más las de él, excepto cuando ella comienza a contar su historia. La narración está en primera persona del singular. El narrador le da la voz a ella y a que diga sus sentimientos y pensamientos, aquí es la intervención de los diálogos.
Trama
Como en muchas de las obras del autor, la obra está narrada en primera persona por un narrador, sin nombre. El protagonista es el arquetipo del joven soñador y solitario e imagina constantemente su vejez solitaria. Durante uno de sus largos y cotidianos paseos por las calles de San Petersburgo se encuentra con una joven, Nástenka. Hasta entonces, éste nunca había hablado con mujeres y mucho menos se había enamorado, pero hay algo de ella que le hechiza. El relato está estructurado durante cuatro noches y una mañana.
Primera noche
El protagonista vive una solitaria vida en Petersburgo, en un pequeño apartamento, con su matrona de edad avanzada y poco comunicativa. Diariamente pasea por San Petersburgo y cambia su hábito de paseo a la noche, imaginando la vida de la gente que ve a diario, y la vida de los edificios. Se encuentra a una mujer y que a esta la molestaba un señor del cual la salvo, él le empieza a hablar y los dos se agradan. Al acompañarla a su casa, ésta le cuenta lo sola que se siente y se citan para hablar al siguiente día con una condición: que él no se enamore de ella.
Segunda noche
En su segundo encuentro, Nástenka se presenta y los dos se hacen amigos al contarse las historias de sus vidas. el narrador da una grandilocuente charla sobre la soledad y la felicidad de haber encontrado compañía, lo cual lleva a Nástenka a comentar '...habla usted como si leyera de un libro'. Al final de su conmovedor discurso, Nástenka le asegura que será su amiga.
La historia de Nástenka
En la tercera parte, Nástenka le relata su vida al narrador. Vive con su abuela ciega, la cual la controla de manera muy estricta, teniéndola prendida con un cordel a su falda para que no se separe de ella, debido a las travesuras de su infancia. Como sobresueldo para la pequeña pensión de la que dispone, deciden alquilar la habitación de la planta de arriba. Cuando el primer inquilino murió, fue reemplazado por un joven distinguido pero pobre. El muchacho comenzó un silencioso cortejo prestándole libros. La noche antes de que este dejara Petersburgo para trabajar en Moscú, Nástenka se escapa de su abuela y le pide que se case con ella. Él rechaza su oferta, diciéndole que no tiene dinero para mantenerla, pero que volverá un año exacto después. Nástenka cuenta que hace exactamente un año de eso, pero que en ese tiempo no le ha escrito ni una simple carta.
Tercera noche
El narrador se da cuenta de que está enamorado platónicamente de ella. Sin embargo, le ayuda a escribir una carta y oculta sus sentimientos hacia ella. Esperan por la respuesta de la carta, pero Nástenka pierde la esperanza. Se siente tan cómoda con el narrador que le cuenta que le quiere tanto como amigo porque no se ha enamorado de ella. El narrador, desesperado por su amor no correspondido se empieza a sentir alienado por ella también.
Cuarta noche
Dos días después, el prometido de Nástenka no ha aparecido, y finalmente ambos se revelan su amor, al decir Nástenka que ha perdido el amor por él. Hacen planes de boda, y ella le ofrece el alquiler de la habitación de arriba. Cuando se van a despedir, aparece el prometido, vuelve un segundo con el narrador, le besa en los labios, pero marcha con el otro señor.
La mañana
Al siguiente día recibe una carta de ella pidiéndole perdón, diciéndole que ella lo ama como amigo. Ella lo invita a formar parte de su vida, aún con su prometido presente. Él, aceptando su solitario destino, agradece sinceramente la oportunidad vivida de compartir con otra persona la felicidad efímera de unas "noches blancas". La obra, entonces, habla sobre amar libremente a otra persona, aun cuando el destino indique que no pueden estar juntos se deben separar.
Personajes
El narrador:un joven pobre, solitario y soñador que nunca ha conversado con nadie, ni ha tenido amigos en sus veintiséis años. Vive con su madrona, la que Nástenka admira, pero aun así le dice que se irá a vivir con ella y su abuela. Se caracteriza por su discurso literario y su timidez, siempre intenta estar ayudando. Es un hombre sencillo, honrado, noble y generoso.
Nástenka: una joven de 17 años, que vive con su abuela ciega y su criada sorda. Vive atada casi todo el día a las faldas de su abuela por un cordel y un broche. Está enamorada de un inquilino de su casa, que prometió volver a visitarla al año siguiente, y pasa las noches en su espera.
El prometido de Nástenka, es el antagonista.Es un muchacho, pobre pero de aspecto distinguido, amante de la cultura. Durante su estancia en San Petersburgo se comprometió con Nástenka, pero partió a Moscú en busca de fortuna.
(Fiódor Mijailovich Dostoievski; Moscú, 1821 - San Petersburgo, 1881) Novelista ruso. Educado por su padre, un médico de carácter despótico y brutal, encontró protección y cariño en su madre, que murió prematuramente. Al quedar viudo, el padre se entregó al alcohol, y envió finalmente a su hijo a la Escuela de Ingenieros de San Petersburgo, lo que no impidió que el joven Dostoievski se apasionara por la literatura y empezara a desarrollar sus cualidades de escritor.
Fiódor Dostoievski
A los dieciocho años, la noticia de la muerte de su padre, torturado y asesinado por un grupo de campesinos, estuvo cerca de hacerle perder la razón. Ese acontecimiento lo marcó como una revelación, ya que sintió ese crimen como suyo, por haber llegado a desearlo inconscientemente. Al terminar sus estudios, tenía veinte años; decidió entonces permanecer en San Petersburgo, donde ganó algún dinero realizando traducciones.
La publicación, en 1846, de su novela epistolar Pobres gentes, que estaba avalada por el poeta Nekrásov y por el crítico literario Belinski, le valió una fama ruidosa y efímera, ya que sus siguientes obras, escritas entre ese mismo año y 1849, no tuvieron ninguna repercusión, de modo que su autor cayó en un olvido total.
En 1849 fue condenado a muerte por su colaboración con determinados grupos liberales y revolucionarios. Indultado momentos antes de la hora fijada para su ejecución, estuvo cuatro años en un presidio de Siberia, experiencia que relataría más adelante en Recuerdos de la casa de los muertos. Ya en libertad, fue incorporado a un regimiento de tiradores siberianos y contrajo matrimonio con una viuda con pocos recursos, Maria Dmítrievna Isáieva.
Tras largo tiempo en Tver, recibió autorización para regresar a San Petersburgo, donde no encontró a ninguno de sus antiguos amigos, ni eco alguno de su fama. La publicación de Recuerdos de la casa de los muertos (1861) le devolvió la celebridad. Para la redacción de su siguiente obra, Memorias del subsuelo (1864), también se inspiró en su experiencia siberiana. Soportó la muerte de su mujer y de su hermano como una fatalidad ineludible. En 1866 publicó El jugador, y la primera obra de la serie de grandes novelas que lo consagraron definitivamente como uno de los mayores genios de su época, Crimen y castigo.
La presión de sus acreedores lo llevó a abandonar Rusia y a viajar indefinidamente por Europa junto a su nueva y joven esposa, Ana Grigorievna. Durante uno de esos viajes su esposa dio a luz una niña que moriría pocos días después, lo cual sumió al escritor en un profundo dolor. A partir de ese momento sucumbió a la tentación del juego y sufrió frecuentes ataques epilépticos.
Tras nacer su segundo hijo, estableció un elevado ritmo de trabajo que le permitió publicar obras como El idiota (1868) o Los endemoniados (1870), que le proporcionaron una gran fama y la posibilidad de volver a su país, en el que fue recibido con entusiasmo. En ese contexto emprendió la redacción de Diario de un escritor, obra en la que se erige como guía espiritual de Rusia y reivindica un nacionalismo ruso articulado en torno a la fe ortodoxa y opuesto al decadentismo de Europa occidental, por cuya cultura no dejó, sin embargo, de sentir una profunda admiración.
En 1880 apareció la que el propio escritor consideró su obra maestra, Los hermanos Karamazov, que condensa los temas más característicos de su literatura: agudos análisis psicológicos, la relación del hombre con Dios, la angustia moral del hombre moderno y las aporías de la libertad humana. Máximo representante, según el tópico, de la «novela de ideas», en sus obras aparecen evidentes rasgos de modernidad, sobre todo en el tratamiento del detalle y de lo cotidiano, en el tono vívido y real de los diálogos y en el sentido irónico que apunta en ocasiones junto a la tragedia moral de sus personajes.
¡Dios mío! ¡Todo un minuto de felicidad! ¿Acaso es poco para toda una vida humana? (p. 122)
No todo lo que el lector coge en sus manos le place plenamente. Muchas veces cogemos obras por leer algo diferente. O bien nos toca leer un libro que un amigo nos regala. Lo cierto es que a veces erramos en nuestras elecciones y acabamos defraudados. Para salvar ese momento en el que el desaliento puede con nosotros, y que nos quita las ganas de seguir leyendo, está un tipo de obras que son como esos amigos que nunca nos fallan: los clásicos. Y eso es lo que me ha ocurrido después de dos intentos fallidos. Y como acaba de salir una nueva obra de Nórdica, de esos bellos libros ilustrados que sólo por su edición apetece hincarle el diente, a él me he ido. Se trata de Noches blancas, del gran maestro Fiódor Dóstoieski, que he devorado con calma contenida, después de tenerlo casi en el olvido.
Noches blancas, para los que aún no lo hayan leído, trata de un encuentro fortuito que tiene lugar una de esas noches veraniegas en las que casi no se pone el sol en Rusia, concretamente en San Petersburgo. El narrador, vagando por la ciudad, la cual conoce a la perfección, se encuentra con una joven que llora desconsoladamente agarrada a la barandilla de un puente. Conversa con ella y le comenta que nunca ha estado enamorado de ninguna mujer, de hecho nunca ha estado con ninguna mujer. Ella le comenta que esperaba a un joven del cual estaba enamorada. Y de ese fortuito encuentro que durará tres noches más nace una amistad que no siempre es correspondida en la misma medida.
Y te preguntas: “¿Dónde están tus sueños?”. Y meneas la cabeza y te dices: “¡Qué rápido pasan los años!”. Y de nuevo te preguntas: “¿Y qué has hecho con tus años? ¿Dónde has enterrado tu mejor época? ¿Has o no vivido?. Mira -te dices-, mira, en el mundo empieza a hacer frío”. Y pasarán más años, y con ellos vendrá la lóbrega soledad, vendrá la temblorosa vejez con un bastón y, con ellos, la melancolía y el desaliento. (p. 59)
La breve novela Noches blancas es un prodigio de obra que nos sumerge de lleno en el estado de ánimo de los protagonistas de ella, un joven pobre, pero con un empleo, y que vive con una criada, y Nástenka, joven mujer que vive en la casa de su abuela, una mujer ciega y desconfiada que la ha tenido atada a su vida, material y espiritualmente. La grandeza de la obra radica en la inusual belleza de diálogos entre estos dos personajes. El narrador, persona que vive en su mundo de sueños y que desea materializar en algún momento de su vida, ofrece una nueva vida a esa chica dubitativa que nunca acaba de decidirse, Poco más se debe de contar de esta impresionante novela que, aseguro, se leerá más de una vez en la vida de un buen lector. La edición de Nórdica aporta unas sobrias y coloridas ilustraciones de Nicolai Troshinsky que dan un valor añadido a esta obra, publicada con una generosa y cómoda tipografía y en un formato muy especial y cómodo, además de una muy correcta y actualizada traducción de Marta Sánchez-Nieves hecha expresamente para esta edición.
Fiódor Dostoievski (Moscú, 1821 – San Petersburgo, 1881). Novelista ruso. Educado por su padre, un médico de carácter despótico y brutal, encontró protección y cariño en su madre, que murió prematuramente. Al quedar viudo, el padre se entregó al alcohol, y envió finalmente a su hijo a la Escuela de Ingenieros de San Petersburgo, lo que no impidió que el joven Dostoievski se apasionara por la literatura y empezara a desarrollar sus cualidades de escritor. En 1849 fue condenado a muerte por su colaboración con determinados grupos liberales y revolucionarios. Tras largo tiempo en Tver, recibió autorización para regresar a San Petersburgo, donde no encontró a ninguno de sus antiguos amigos, ni eco alguno de su fama. Su obra, aunque escrita en el siglo XIX, refleja también al hombre y la sociedad contemporánea.
Nicolai Troshinsky (Moscú, 1985). Nacido en Moscú en 1985. Estudió ilustración en Madrid y más tarde asistió a cursos intensivos con Józef Wilkon y Linda Wolfsgruber en Italia. En 2009 terminó sus estudios de realización de cine de animación en la escuela francesa «La Poudrière». Desde 2006 lleva realizando proyectos de literatura infantil y juvenil, principalmente con editoriales españolas y en ocasiones siendo también autor del texto. En 2013 realiza el cortometraje de animación Astigmatismo que le merece numerosos premios y menciones en festivales internacionales. Desde 2010 realiza también una actividad paralela como diseñador de videojuegos experimentales.
La edición de Noches blancas de Nórdica es una joya que no ha de faltar en ninguna biblioteca que se precie. Una obra que gustará a todo tipo de público; reconfortará a los adultos con su relectura y descubrirá a los jóvenes la potencia de los clásicos.